Historias de los desaparecidos

14 de mayo 2010

Desprecia PGR a familiares de desaparecidos en Coahuila

familiares desaparecidos en Coahuila
Fátima Monterrosa.

Acento 21.- A penas bajaron del avión que las trajo de Los Ángeles, California, Elba Delia Tovar Padilla y Delia Verónica Rojas se pasaron tres días marchando en las calles de la Ciudad de México para pedir a las autoridades que busquen a sus maridos, dos mexicanos nacionalizados estadounidenses, que fueron levantados por un grupo armado, el 29 de agosto del 2009, en Saltillo, Coahuila.
Tras 72 horas de tocar puertas en la Secretaría de Gobernación y la Procuraduría General de la República (PGR) retornaron desilusionadas, a California, por la falta de interés de las autoridades mexicanas por esclarecer la desaparición de sus maridos.
Ninguna autoridad federal de alto rango atendió a las ciudadanas americanas, ni a los familiares de las 35 personas que han sido levantadas en el estado de Coahuila, en los últimos 24 meses. Sin contar a los que no han sido reportados.
Sólo un funcionario de menor rango de la Secretaría de Gobernación les pidió que enviaran información vía Internet para analizar los casos. En la PGR ni siquiera los atendieron. Sólo les mandaron un mensaje cuando protestaban en las puertas de la PGR: “El Procurador Arturo Chávez no los atenderá, es mejor que se vayan”.
Gerardo y Gualberto Acosta Rodríguez desaparecieron en el mismo territorio que el cubano- americano Félix Batista, un ex militar que investigaba un secuestro en Saltillo, el 10 de diciembre del 2008.
Los tres estadounidenses están siendo buscados por agentes del FBI pero no han encontrado ni un rastro de ellos. Pareciera que la tierra se los tragó al igual que las decenas de personas que han sido levantadas por el crimen organizado en la región carbonífera coahuilense.
Gerardo, de 32 años de edad, y Gualberto, de 34 años, quienes transitaban por la carretera de Ramos Arizpe , en un vehículo Malibu 2006, rumbo al aeropuerto de Apodaca, Nuevo León, para regresar a los Estados Unidos, tras pasar las vacaciones con su familia en Saltillo, fueron interceptados por un grupo armado.
Junto a ellos, viajaba su hermano Esteban y su hijo Brandon, de 9 años de edad, que cursaba el tercero de primaria en la escuela Venustiano Carranza.
Esteban se había negado a emigrar a los Estados Unidos, prefirió quedarse en Saltillo donde se casó y trabajó en los Centros de Readaptación Social (Cereso), desde hace 15 años.
El mayor de los hermanos Acosta Rodríguez, de 35 años de edad, inició con un puesto menor hasta alcanzar el cargo de jefe de seguridad y custodia del Cereso varonil de Saltillo.
Eran las 7:30 horas del 29 de agosto del 2009, cuando fueron levantados los tres hermanos y el menor de edad, a quien llamaban cariñosamente Bambi.
Lourdes Herrera esposa de Esteban y madre de Brando exige justicia a las autoridades.
Esta mujer de ojos profundos y mirada triste, que se desempeña como maestra de educación preescolar, dice que se encuentra cansada del desinterés de las autoridades federales y del estado para investigar la desaparición de sus familiares.
A pesar de que han transcurrido nueve meses de la desaparición de su esposo, su hijo y sus dos cuñados, no pierde la esperanza de encontrarlos con vida. Todos los días marca al número celular de su esposo y deja un recado en el buzón de voz: “Por favor apiádense de mi y regresen a mi hijo y a mi familia”.
Luego cuelga y las lágrimas escurren sobre sus mejillas morenas.
También acude a las oficinas de la Procuraduría de Justicia del Estado a preguntar por el avance de las investigaciones. Pero ahí no obtiene ni un solo avance.
Sólo sabe que los testigos señalan que tres camionetas cerraron el paso al vehículo, donde viajaba su familia, cuando se acercaban al aeropuerto de Apocada. Los hombres armadazos los obligaron a bajarse del vehículo, luego se los llevaron con rumbo desconocido.

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A don Agustín Núñez, originario de La Barca, Jalisco, y a Jorge Alberto Verastegui González, proveniente de Parras, Coahuila, los unió la desgracia de que sus familiares fueran levantados por hombres armados en Coahuila.
Estos dos hombres, con edades abismales se han convertido en investigadores, han recabado y aportado mayor información que el agente del Ministerio Público a la averiguación previa sobre la desaparición de sus seres queridos. Y ni así la policía ha procedido en contra de los presuntos secuestradores.
El hijo de don Agustín, Agustín Alberto Núñez Magaña, de 21 años de edad, desapareció junto con Sergio Cárdenas Córdova y José Flores Rodríguez, en Nava, Coahuila, el 22 de abril del 2009.
Los tres jóvenes, que llegaban desde de Jalisco, recorrían territorio coahuilense vendiendo joyería de plata y oro. Tenían tiempo comercializando joyería fina en esa región hasta que nadie los volvió a ver.
Luego de varios días de no tener noticias de su hijo y vivir con la angustia, don Agustín, de 52 años de edad, viajó de Jalisco a Coahuila para buscar a su hijo. Interpuso una denuncia por su desaparición, colocó carteles en postes y árboles con la fotografía de los jóvenes para obtener información sobre su paradero.
Supo que un grupo armado los sacó del hotel “Don Alberto”, donde habían pasado la noche. Entregó los datos a la policía para que realizaran su trabajo. Pero hasta la fecha, a más de un año de la desaparición, la policía no ha hecho nada bajo el argumento de que “nadie los vio salir”.
Durante 45 días recorrió las calles de Nava y lugares anexos. Al no tener apoyo de las autoridades del estado encontró refugio en la Diócesis de Saltillo, dirigida por el obispo Raúl Vera López.
Cuando llegó a la curia diocesana se encontró con la sorpresa que existía una extensa lista de personas que habían reportadas como desaparecidas. En el recuento de nombres, aparecía Jesús Verastegui Escobedo y Antonio Verastegui González (padre e hijo).
Ellos fueron levantados en Parras cuando regresaban de un retiro religioso.
Jorge Alberto Verastegui González, quien estudia el segundo semestre de la carrera de derecho en Monterrey, busca desde hace 16 meses a su padre, de 51 años, y su hermano, de 18.
A sus 19 años de edad, Jorge Alberto ha rastreado algunas pistas y las ha aportado a la investigación ministerial pero a las autoridades no les interesa.
De acuerdo a sus investigaciones, policías ministeriales y municipales, coludidos con integrantes del crimen organizado, levantaron a sus familiares y a otras cinco personas más, el 29 de enero del 2009.
“El agente ministerial, Jorge Aguilar, nos dijo que no fuéramos escandalosos, que se habían equivocado al llevarse a mi papá y a mi hermano, que era una confusión, que estaban un poco golpeados pero que luego no los entregaban”
Pasaron los días y los meses, y se quedaron esperando que les entregaran a sus familiares.
El agente del ministerio público fue cambiado de plaza, ahora despacha en Monclova.
El joven, quien conoce de memoria el expediente ministerial de sus familiares y de otras personas que se han unido al grupo, denuncia que “existe la versión de que los levantados están siendo recluidos para trabajar en fabricas, del crimen organizado, para empaquetar drogas y a otros los están llevando a otros estados del país para obligarlos a cobrar cuotas de piso y matar gente”.
A don Agustín y a Jorge Alberto los unió la desgracia de que sus familiares tuvieron que encontrarse con el crimen organizado.
Ambos dicen sentir impotencia por el grado de corrupción e impunidad que se vive todos los días en Coahuila, donde el gobernador Humberto Moreira, se ha negado a recibirlos por tener saturada su agenda de trabajo.

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El caso más escandaloso es la desaparición de 12 trabajadores de la empresa “Atlanta Duramex, SA de CV”.
Los hombres, originarios del Estado de México, fueron contratados para vender pinturas vinil en Piedras Negras, Coahuila. Los 12 llegaron a Piedras Negras y en dos camionetas se distribuyeron para vender la pintura.
“Alrededor de las 15:30 hrs. del día 21 de marzo del 2009, los tripulantes de una de las camioneta se reportan con otros compañeros que se quedaron en Moclova e informan que no sabían de sus compañeros que viajaban en el otra vehículo”.
Después de la llamada no se volvió a tener comunicación con ninguno de los tripulantes de ambos vehículos. Se inició la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIS/077/2009 por la desaparición de Jaime Ramírez Leyva, Marco Antonio Ocampo Martínez, Roberto Oropeza Villa, Erick Fernando Pardavell Pérez, Garsaín Cardona Martínez, Víctor Abraham Nava Calzonzi, Vicente Rojo Martínez, Juan Garduño Martínez, Víctor Ríos Tapia, Lorenzo Campos Rodríguez, Pedro Cortez Guzmán, José Juan Pacheco Suárez e Isaías Uribe Hernández.